El olor de tu cabello, trae a mi mente recuerdos de esas noches en que compartíamos el pasado y planeábamos el futuro, en que la brisa del mar despeinaba cada uno de tus rizos y me acariciaban la piel, simulando delgados y múltiples dedos que enternecían el panorama y se apoderaban de los deseos que tus manos profesaban.
La suavidad de tu piel, la calidez de un cuerpo que, afianzándose lentamente al mío, ganaba en confianza lo que perdía en timidez; tu tez morena ardiendo súbitamente, mientras mis manos, húmedas por los nervios y cálidas por la pasión, se deslizan suavemente por la extensión de tus brazos que se endurecen por la presión que ejercen al acercarme, con la rudeza necesaria y la sutileza elegante, sintiéndote protegida.
El brillo de tus ojos cuando me ves, captura mi atención, hipnotiza mis sentidos, y me sumerge en un sueño líquido lleno de tranquilidad; se apodera de mis pensamientos, envuelve mis sentimientos en una calidez repentina; súbitamente, la luz que emana de tus ojos, me llena de paz y tranquilidad.
Las palabras precisas en el momento adecuado, ¿cómo has hecho para conocerme tan bien?, tus palabras me tranquilizan, llenan mis sentidos de seguridad, producen nuevos ritmos a mi corazón; sabes qué decir, sabes producir un rubor cálido en mi rostro, sabes hacerme sonreír cuando lo más probable era comenzar a llorar…tus palabras son el interruptor que acciona el termostato de mi corazón.
Distraes las sombras con la luz que emana de tu cuerpo, cuando la temperatura sube y tu piel se envuelve de un brillo particular que despeja de mi vida las épocas oscuras; tus sinuosas curvas iluminadas en la oscuridad, transportan al exterior la energía acumulada en tu interior; la luz de tu cuerpo se propaga desde mis pupilas hasta llegar a mi corazón.
Inundas mi manantial en épocas de sequía, al amar, cuando el tiempo se detiene y no existe en el mundo señales de vida más aquellas que se divierten encima del colchón; cuando nos perdemos de las miradas, cuando la música emana del techo blindado por las estrellas de las noches abiertas; cuando la lluvia choca con tu espalda, provocando sensaciones en tus fantasías, convirtiéndolas en realidad.
Abrigas mi cuerpo con la calidez de tus palabras, y en las noches frías de luna llena, el manto estelar de otoño se mantiene expectante, celoso de los dos.
La suavidad de tu piel, la calidez de un cuerpo que, afianzándose lentamente al mío, ganaba en confianza lo que perdía en timidez; tu tez morena ardiendo súbitamente, mientras mis manos, húmedas por los nervios y cálidas por la pasión, se deslizan suavemente por la extensión de tus brazos que se endurecen por la presión que ejercen al acercarme, con la rudeza necesaria y la sutileza elegante, sintiéndote protegida.
El brillo de tus ojos cuando me ves, captura mi atención, hipnotiza mis sentidos, y me sumerge en un sueño líquido lleno de tranquilidad; se apodera de mis pensamientos, envuelve mis sentimientos en una calidez repentina; súbitamente, la luz que emana de tus ojos, me llena de paz y tranquilidad.
Las palabras precisas en el momento adecuado, ¿cómo has hecho para conocerme tan bien?, tus palabras me tranquilizan, llenan mis sentidos de seguridad, producen nuevos ritmos a mi corazón; sabes qué decir, sabes producir un rubor cálido en mi rostro, sabes hacerme sonreír cuando lo más probable era comenzar a llorar…tus palabras son el interruptor que acciona el termostato de mi corazón.
Distraes las sombras con la luz que emana de tu cuerpo, cuando la temperatura sube y tu piel se envuelve de un brillo particular que despeja de mi vida las épocas oscuras; tus sinuosas curvas iluminadas en la oscuridad, transportan al exterior la energía acumulada en tu interior; la luz de tu cuerpo se propaga desde mis pupilas hasta llegar a mi corazón.
Inundas mi manantial en épocas de sequía, al amar, cuando el tiempo se detiene y no existe en el mundo señales de vida más aquellas que se divierten encima del colchón; cuando nos perdemos de las miradas, cuando la música emana del techo blindado por las estrellas de las noches abiertas; cuando la lluvia choca con tu espalda, provocando sensaciones en tus fantasías, convirtiéndolas en realidad.
Abrigas mi cuerpo con la calidez de tus palabras, y en las noches frías de luna llena, el manto estelar de otoño se mantiene expectante, celoso de los dos.
3 comentarios:
a grados bajo cero
y yo necesito ése abrigo.
:)
si alguien me escribiera algo así, me casaría mentalmente con él...
saludos^^
dichosa la persona que fue musa para esas letras...
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