La vida me fue llevando, a pesar de andar a contracorriente,
Encima, debajo, y por todos lados, simplemente me dejé llevar,
No tengo el hábito de voltear, pero no soy de piedra, soy de carne y hueso,
Las piedras ruedan en picado, atraídas por la gravedad,
Yo giro, marcando el infinito a mis pies, distrayéndome en el camino,
No tengo ni sur, ni norte, mi sentido es la desorientación,
Mis quinientas caídas, roídas rodillas, ensangrentadas vanidades,
Me tomó un suspiro, aspiro y avanzo, de vuelta al ruedo y ¡ole!
A lo lejos, eres la estrella que señala el camino, dejo atrás el olvido,
Me transporto en silencio y expectante, por las aguas profundas de tu cuerpo,
Por doscientos caminos intersectados en la encrucijada del destino,
Soy prisionero del mar, y por primera vez, no busco escapatoria al amar.
Despacio, suavemente despacio,
El oleaje en tus ojos, mece la barca que me transporta lejos,
Soy un soñador instantáneo, el agua fluye por mis venas,
Y mis sentimientos desembocan en el mar de tus sueños,
Contemplo el horizonte, cada vez más lejano, distante final de una historia sin comienzo,
En sentido contrario, dando vueltas a escondidas, impulsados por el amar,
Distraído por el dulce encanto, que proviene por debajo, cierro los ojos,
Sustraído de mis pensamientos, mar adentro, sin botes salvavidas,
Soy un explorador extraviado en las aguas cristalinas del deseo.
A lo lejos, eres la estrella que señala el camino, dejo atrás el olvido,
Me transporto en silencio y expectante, por las aguas profundas de tu cuerpo,
Por doscientos caminos intersectados en la encrucijada del destino,
Soy prisionero del mar, y por primera vez, no busco escapatoria al amar.