Las luces de tantas patrullas reunidas en un mismo punto sólo podía significar una cosa, algo fuera de lo normal ha acontecido en aquél rincón del mundo, pero algo curioso pasaba a la par, no habían metiches, parecía como si a nadie le importara. Tirado en algún extremo de una carretera, debajo de un puente, a orillas de un río, se encontraba un cuerpo inerte, sin vida, con la mirada en blanco, los cabellos enmohecidos por el tiempo permanecido bajo el agua, con la piel morada, el corazón detenido y el cerebro desconectado, muerto. Los forenses no encuentran algún indicio del fallecimiento, no hay pistas, pero tampoco fue suicidio.
En las alturas, observo como cierran la bolsa oscura y se llevan mi cuerpo, sin embargo, mi corazón sigue latiendo cada vez más rápido, mi cerebro funciona a mil por hora, en perfecta sincronía, guiados por mi alma, empujan mi cuerpo transparente y como nunca totalmente iluminado, a flotar y a vagar por los confines de un nuevo mundo, el mío.
La música suena más viva en esta dimensión, las letras fluyen en mi cabeza como nunca antes del percance ocurrido hace un año, aún lo recuerdo como si fuera ayer, estaba sólo, mirando las estrellas, buscando algún audífono que callara las voces en mi cabeza, no lo entendía en su momento, no veía la película que proyectaban en la pantalla de mi cuerpo, era un exiliado más, era un ciego, un sordo, un mudo más. Caminé sin rumbo aquella noche, con mis audífonos, con mis camel’s , con mi chamarra de mezclilla y mis tenis converse, consciente del silencio que reinaba en la ciudad de los ángeles, es que nunca antes había estado tan sólo como aquella noche.
Las palabras se mezclaron con mis lamentos, y los lamentos se combinaron con mis ideas, me quité la ropa, terminé mi último cigarro y me acosté a dormir. Al despertar, ¿desperté?, olvidándome de mi miedo a las alturas disfruté por primera vez, el ver al mundo desde otra perspectiva, no existían los puntos de fuga, no había cielo ni infierno, no había ningún manto estelar y ningún suelo bajo mis pies, solamente éramos él y yo. Pero se veía igual a mí, hablaba igual a como yo pensaba, se reía cuando yo lloraba, se veía más seguro de lo que yo soñaba ser, pero sin embargo, era yo, éramos la misma persona, dividida en dos sustancias distintas, incapaces de volver a mezclarse, pero inseparables.
Mientras yo viajaba de nuevo entre gente de carne y hueso, él se movía dentro de sus entrañas y escarbaba hasta encontrar el tesoro del que todos estamos hechos. Mientras yo escuchaba música, él bailaba entre las notas que daban vida a esos ritmos. Mientras yo cantaba mis ideas, él las convertía en poesías. Mientras yo disfrutaba de una película, él las vivía continuamente adentrándose en las pantallas e interactuaba en la historia. Mientras yo leía y cerraba mi espíritu, él se cubría de gloria al acomodar las palabras que consumía mi cerebro durante la lectura. Mientras yo moría, él vivía.
Y aquí estamos, un año después, cuando yo renuncié a ser el de carne y hueso y el dejó de ser mi alma transparente. Aquí estamos, mutando constantemente, dejando al uno ser sin el otro y permitiéndonos vivir juntos, aprendiendo cada día más uno del otro, mostrándole al mundo cómo cambiamos constantemente, cómo pensamos, cómo sentimos…cómo amamos, pero también, cómo sufrimos, cómo nos equivocamos, cómo caemos y cómo nos levantamos.
El sueño de Juan Carlos, el sueño de Metrópolis, el placer de jugar con el juguete preferido del diablo…el tiempo, el ocio, el amor y el desengaño…el tomo I fue cerrado con un “Continuará”, nunca con un “Fin”, ésta es la introducción del tomo II, bienvenidos sean de nueva cuenta todas aquellas personas que me han acompañado, bienvenidos aquellos que recién se integren a esta aventura, pero sin embargo les recuerdo una cosa: son mis sueños, no los que ustedes quisieran que fueran, escribo por y para mí, pero siempre estaremos agradecidos por sus visitas y comentarios, por sus elogios y sarcasmos, por sus críticas destructivas y por sus palabras de aliento.
The Dreams of Metrópolis: El Tiempo es el Juguete del Diablo Vol 2.
Gracías!
En las alturas, observo como cierran la bolsa oscura y se llevan mi cuerpo, sin embargo, mi corazón sigue latiendo cada vez más rápido, mi cerebro funciona a mil por hora, en perfecta sincronía, guiados por mi alma, empujan mi cuerpo transparente y como nunca totalmente iluminado, a flotar y a vagar por los confines de un nuevo mundo, el mío.
La música suena más viva en esta dimensión, las letras fluyen en mi cabeza como nunca antes del percance ocurrido hace un año, aún lo recuerdo como si fuera ayer, estaba sólo, mirando las estrellas, buscando algún audífono que callara las voces en mi cabeza, no lo entendía en su momento, no veía la película que proyectaban en la pantalla de mi cuerpo, era un exiliado más, era un ciego, un sordo, un mudo más. Caminé sin rumbo aquella noche, con mis audífonos, con mis camel’s , con mi chamarra de mezclilla y mis tenis converse, consciente del silencio que reinaba en la ciudad de los ángeles, es que nunca antes había estado tan sólo como aquella noche.
Las palabras se mezclaron con mis lamentos, y los lamentos se combinaron con mis ideas, me quité la ropa, terminé mi último cigarro y me acosté a dormir. Al despertar, ¿desperté?, olvidándome de mi miedo a las alturas disfruté por primera vez, el ver al mundo desde otra perspectiva, no existían los puntos de fuga, no había cielo ni infierno, no había ningún manto estelar y ningún suelo bajo mis pies, solamente éramos él y yo. Pero se veía igual a mí, hablaba igual a como yo pensaba, se reía cuando yo lloraba, se veía más seguro de lo que yo soñaba ser, pero sin embargo, era yo, éramos la misma persona, dividida en dos sustancias distintas, incapaces de volver a mezclarse, pero inseparables.
Mientras yo viajaba de nuevo entre gente de carne y hueso, él se movía dentro de sus entrañas y escarbaba hasta encontrar el tesoro del que todos estamos hechos. Mientras yo escuchaba música, él bailaba entre las notas que daban vida a esos ritmos. Mientras yo cantaba mis ideas, él las convertía en poesías. Mientras yo disfrutaba de una película, él las vivía continuamente adentrándose en las pantallas e interactuaba en la historia. Mientras yo leía y cerraba mi espíritu, él se cubría de gloria al acomodar las palabras que consumía mi cerebro durante la lectura. Mientras yo moría, él vivía.
Y aquí estamos, un año después, cuando yo renuncié a ser el de carne y hueso y el dejó de ser mi alma transparente. Aquí estamos, mutando constantemente, dejando al uno ser sin el otro y permitiéndonos vivir juntos, aprendiendo cada día más uno del otro, mostrándole al mundo cómo cambiamos constantemente, cómo pensamos, cómo sentimos…cómo amamos, pero también, cómo sufrimos, cómo nos equivocamos, cómo caemos y cómo nos levantamos.
El sueño de Juan Carlos, el sueño de Metrópolis, el placer de jugar con el juguete preferido del diablo…el tiempo, el ocio, el amor y el desengaño…el tomo I fue cerrado con un “Continuará”, nunca con un “Fin”, ésta es la introducción del tomo II, bienvenidos sean de nueva cuenta todas aquellas personas que me han acompañado, bienvenidos aquellos que recién se integren a esta aventura, pero sin embargo les recuerdo una cosa: son mis sueños, no los que ustedes quisieran que fueran, escribo por y para mí, pero siempre estaremos agradecidos por sus visitas y comentarios, por sus elogios y sarcasmos, por sus críticas destructivas y por sus palabras de aliento.
The Dreams of Metrópolis: El Tiempo es el Juguete del Diablo Vol 2.
Gracías!
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