Es mi mente la cárcel de tu recuerdo,
En donde la frialdad del destino te ha condenado a vagar eternamente,
Sin derecho a fianza y sin horarios de visita.
Eres tú, el fantasma que se acomoda en la cómoda del recuerdo,
Que retoza entre los pliegues de mis sabanas y besa mis labios cuando duermo,
Eres tú, la loca idea que me persigue entre mis sueños,
Que confunde al consciente excitando al subconsciente con tu cuerpo transparente.
Es mi vida la constante agonía de tu semblanza,
En donde toda tu esencia lastima mi orgullo y mi hombría,
Sin fuerzas para seguir mi vida y sin palabras para llamarte a la cama.
Eres tú, el fantasma que me atormenta cuando tengo compañía,
Que llora incansablemente cuando yo sonrío,
Eres tú, la espina que tengo clavada entre los conductos de mi corazón,
Que se roba mi alegría y la convierte en amargura.
Es tu recuerdo el que se extingue en tu cuerpo,
En donde se marchita mi nombre y donde nace una nueva vida,
Sin derecho a formar parte de la mía y sin caricias en la madrugada.
Eres tú, el fantasma del olvido, el fantasma de tu huída,
Que se muere entre copas de vino y resucita con la cama vacía,
Eres tú, la que muere cuando yo decido olvidarte,
Que se pudre en el recuerdo de lo que ayer era, antes de conocerla.
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