Seres bohemios que embellecen al reflejo de la luna, fría, translúcida y transparente a través de una botella de vino y una cortina de humo, habano, espeso y aletargado que envuelve al cúmulo de elogios y etéreas alabanzas enfrascadas en un portal, rústico, iluminado y noctámbulo que se posesiona de la noche, la luna y las estrellas que embelecen el panorama bucólico, poético y campirano que enmarca la ocasión de reinventar las teorías de la beldad de la madre naturaleza y su mágica espontaneidad para provocar que las palabras, las miradas y los pensamientos sucumban ante la conmoción de la belleza que habita en la simpleza de las sombras nocturnas iluminadas por el haz de una luna envanecida, orgullosa y altiva en la profundidad de un mantel cósmico, indefinible, insostenible e infinito que indómito inviste de elegancia a la diva eterna de la noche inmaculada que, bajo un cielo despejado, presuntuosa se posa sublime en el cenit de un sueño misceláneo, estoico e irrepetible.
1 comentario:
Wow juan carlos, el texto te ha quedado muy místico, aunque aun hay partes que las estoy releyendo para captar su esencia, me ha agradado la atmósfera que haz creado con las palabras. Muy padre.
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