domingo, 8 de noviembre de 2009

Bajo el Cielo de Otoño

Y de repente,
Cedió a la locura de esconder su nombre debajo de su sonrisa,
Y se dedicó a perderlo entre las rosas y sus aromas,
Purificándolo entre la lluvia y sus lágrimas, bajo la luna llena.

Una mañana de Noviembre,
Cuando las hojas caen sobre los sueños marchitos,
Unos ojos cristalinos se despedían del sabor de la madrugada,
Implorándole a la nueva mañana, un novel nombre.

Olvidose, o fue su intención, del mar que embiste la roca,
De el viento que erosiona su coraza,
Vislumbrase, un rayo de sol en la alborada sempiterna,
De la metamorfosis que imploraba inflexible esperanza.

Las gotas del sereno de Sagitario,
Mezcladas con la llovizna de temporada,
Diluidas en la acuosidad de un torrente lagrimal,
Escorpión dadivoso, abriose un nuevo umbral.

Al mediodía, Noviembre le concedió un nombre,
Lo bajó del cielo, lo mezcló con la imponente celeridad del huracán,
Sellándolo en el río aceitunado que captan sus ojos,
Qué se esconde en el enigma de esa sonrisa inédita.

De pies descalzos, de cara al céfiro marino,
Plantó su nueva definición en la arena,
Definiendo un nuevo comienzo, una nueva sonrisa,
Un nuevo mar meridional, olor a café matinal.

Súbitamente,
La aurora de Noviembre dibujó en el cielo,
Un espectáculo inspirado en su sonrisa,
Conjunción de estrellas, su nombre, una nueva constelación.

Un alma pura, sin mayor vicio que la soledad,
Emerge del agua cristalina que bautizó su renacer,
El crepúsculo devora los granos de café que,
Inundarán el ambiente de la noche que guiará su mirada, hacía mi.

En una noche de Noviembre,
Separados por la inmensidad de el Gran Océano,
Destinos, originalmente divergentes, convergen en un sueño,
Poeta y musa, una rosa y un volcán, duermevela al Sur.

La luna creciente, novel Selena que nació del signo del mar,
Enmarcas una historia épica, adagio de una gran composición,
Inédita poesía, granos de café a granel, medianoche de Noviembre,
Desnudas el alma antes de que arribe el alba, y lo entregas al placer.

Y de repente,
Se entregó a la locura de exponer su nombre en una mueca singular,
Sus ojos glaucos desorbitados cubrían el resplandor de la luna,
Y se dedicó a implorar su nuevo nombre al sereno de Escorpión.

Regálaseme la oportunidad de presenciar, el destino,
El renacer de una nueva madrugada, el hechizo del Alba,
La visión alborada de la luna que se perdía en sus ojos cristalinos,
Una lágrima cayó al suelo, y Noviembre terminó.

3 comentarios:

Dendrita dijo...

Personalmente, el otoño es una de las temporadas que más me gustan. Noviembre es un mes especial; sus días tienen cierta magia y sus noches mucho más. Me encanta volver a leerte. ¡Ya no nos abandones mi estimado Metrópolis!
Un abrazo.

Gabriel Cruz dijo...

Igual me ha encantado, la manera de relatarnos una historia que nos llevar por las temporadas es muy buena. Me ha gustado mucho :)

Rose dijo...

Mmm hazta ahora me permeti el tiempo de venir y darte por lo menos mis 5 sentidos sobre tu post. Digo lo lei desde que lo postiaste pero no queria escribir nada hazta que estubiera segura que lo que hablaria sería razonable. En fin en mi caso los noviembres me ponen en un estado de depression y melancolia, no se si es por el clima,las festividades o quizás porque soy asi de chillona je je je je. Pero igual pude analizar que hablas de noviembre en un estado medio somber(oscuro,depre o melancolico)pero al igual no trasmites eso si no que se lee como algo agradable y en vez de dejar un mal sabor de puras cosas emocionales alcontrario complace el paladar de letras.pues bien como siempre mi estimado metropolis mis respetos sabes que siempre se te admira el compartir tus creaciones.saludos y mil respetos