Me descubrí en la oscuridad, buscando cuerpos sin luz,
Y el ambiente se impregnaba de tristeza y ansiedad,
El aire que respiraba se desenvolvió cadenciosamente alrededor de mí,
Circulaba reconociendo los rasgos inflexibles de mi realidad,
Los años no pasaban en balde, llenando de acontecimientos,
Conservando en circunstancias, implorando lo venidero con solemnidad.
Cerré los ojos, un momento, desvaneciendo la obscuridad,
Me perdí en un abismo, buscando estrellas en la decadencia,
Continué mi descenso, bajo la mirada inalterable de la eternidad,
Caí y desesperé, del aire manaba el olor de la delicuescencia,
La quinta esencia de lo que fue y no pudo ser, esclavo de la subjetividad,
Rebobinase en caída libre, los temores, los pormenores de la existencia.
Desperté, de vuelta a la oscuridad, buscando cuerpos sin luz,
Enigmas de una vida que se sobrescribió, manuscritos de autismo,
De mis párpados nació el brillo de una lágrima dócil y pura,
El recuento de mil noches de insomnio, de cientos de gritos ahogados,
Podría jurar que, mi vida no fue como yo la había soñado,
Fue mejor porque fue espontánea, y cercenó del fracaso su sinsabor.
Cerré los ojos, de nuevo, desapareció la obscuridad,
Me descubrí en la claridad, encontrando cuerpos etéreos,
Caminé con determinación, todo gritó en unanimidad,
Caí en cuenta que, del aire fluía el perfume del resplandor,
La naturaleza de lo que es y deberá ser, autónomo en la objetividad,
Desplegase en libertad, las esperanzas, la generalidad de la esencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario