Dejar que las blancas palomas
Levanten el vuelo por el limpio aire,
A mí déjenme volar bajo
Acompañado por las negras arpías,
Que circulan por el sulfuroso ambiente
Del mundo de las almas sucias de la vida.
Dejar que las blancas palomas
Entonen vigorosas los cánticos sagrados,
Que circulen por los azules cielos de la pureza
Y reinen en el paraíso de los aburridos,
A final de cuentas, como cualquier ser vivo,
Terminan cagando sobre las perfumadas rosas.
Dejar que las blancas palomas
Vuelen sobre los verdes campos,
A mí déjenme volar entre espantos y almas en pena,
Que de mansos están repletos los cielos,
Y yo aún respiro y defeco sobre el camino
Repleto de seres aún más vivos que yo.
Dejar que las blancas palomas
Extiendan sus angelicales alas y planeen su caída,
Que la podredumbre y el smog
Manchen tarde o temprano sus plumas impías,
A mí déjenme volar entre circos y bares
Y cantar mis desventuras en esta tierra del Bing Bang.
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