Somos la dosis continua e innecesaria,
Que desata, intempestiva, los abusos del inconsciente,
Navegamos por la avenida de tus venas, directo a tu sinrazón,
La dosis imaginaria diluida al ritmo de un rock n' roll.
La cicatriz con la que despiertas después de cada borrasca,
Reactivamos tu memoria en cada punzada de dolor,
Allá afuera yace regada, tu sangre, en la atrio de la catedral,
Bailabas con la muerte, sucumbe extasiada, dulce pecadora insana.
El gato negro que te vigila en la oscuridad,
Sigilosos movimientos, nos enredamos en tus pasos,
Eres la presa, un débil roedor, eres carne de cañon,
Tu ángel guardián, aquél vampiro que desea arrancarte el corazón.
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