miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los Restos del Naufragio...A Manera de Presentación


La presente, es una colección de sueños previamente paridos, pero en suelo extraño. Algunos ojos ya se habían posado en ellos, hicieron volar algunos subconscientes. A su vez, me permitieron explorar sentimientos que no fueron los míos, experiencias que no guardan mis recuerdos. Es un baúl lleno de recortes imaginarios de revistas sin producción, polvo esparcido en el viento calmo de la soledad.


La presente, es la magia dentro del sombrero cuando el conejo se encuentra de vacaciones. Un conglomerado de palabras destiladas sin racionalizar, un ejercicio de búsqueda de un alma extraviada. Son sueños sin dueño, súplicas sin altar, mausoleo sin cuerpos que velar. Es un espacio sin materia, es un deja vu sin recordar.


Considerémoslos el lado B del disco rayado de los Sueños de Metrópolis.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Tu Sonrisa y Una Lágrima

Encontré tu sonrisa encerrada en una lágrima,
Colgaba del pétalo transparente de una rosa,
Deshaciéndose paulatinamente, desbordando tristeza,
Se escabullía de aquella mirada extraviada
Que se perdía en el horizonte, más allá de la soledad.

Pendía, suicida y decidida, como un péndulo ante la gravedad,
Así la encontré, ahogada en el fondo de una lágrima,
Opaca y desteñida, sin vida y con el alma palidecida,
La flor, la ilusión y la esperanza, marchitas por su ausencia,
Aquella sonrisa, tu sonrisa falta de brillo, se deslizaba a la melancolía.

Te observaba, pasivamente, al otro lado del jardín,
Mirándote perder, en un caudal de llanto, aquella suave y tierna sonrisa,
Se escapó en el meandro que formaba con tu mejilla,
Deslizándose por tu cuello, sumiéndose en el sinuoso sendero de tus senos,
Se desprendió de ti, en un pestañeo, se perfumó de la rosa y calló tu dolor.

Pendía, suicida y decidida, como un sueño a punto de despertar,
Así la encontré, suspendida en el interior de una lágrima,
Opaca y desteñida, sin su estela y con el alma ensombrecida,
La estrella, la razón y la cordura, oscilantes ante su esencia,
Aquella sonrisa, tu sonrisa falta de felicidad, se desbordaba al vacío.

martes, 22 de septiembre de 2009

Ansiaba la Estrella Convertirse en Luna


Ansiaba la estrella convertirse en luna, eclipsada y renacida, en la cima del firmamento. Celoso cúmulo de materia plasmática acechando en su estado colapsante, desafiante de la inmortalidad de su serena compañera. Suplicaba al infinito espacio que albergaba su desencanto, detener su destino cronometrado que alcanzaba de un momento a otro, su triste desenlace. Tintineante, fría y sistematizada; pierde brillo tu vida en el remolino de materia que exhala sus agonizantes signos vitales; abandonada del calor de su juventud desearía abrazar a su astro sol para que le proporcionara su incendiario calor que, recelosa suplica protección; desequilibrada de sus fuerzas intrínsecas se desprende de la bóveda celeste, que resguardo y cobijo le había proporcionado, a punto de iniciar está la explosión.

Albergaba esperanzas la estrella de convertirse en satélite, mantener el equilibrio en aquél viejo planeta, sustituir a la musa de los poetas, a la ventana del cielo, y ser la madriguera del conejo azteca; deseaba la estrella convertirse en luna, eternidad de vida y romance con el astro rey, mezclados en la vieja vía láctea. Esparciéndose lentamente por el espacio sideral, aquella triste estrella fue contrayéndose hasta alcanzar el último suspiro que en ella habitaba, y todo el espacio se llenó de ella.

Cruzó el firmamento como lluvia de estrella, moribunda y embustera, descendió en la superficie de esa vieja amante de la marea, aquella triste estrella se descubrió una entera con su antigua contrincante; se hizo musa y dejó de ser estrella, su alma hecha polvo se mezcló con ella. Ansiaba tanto su vida la estrella, que la luna menguó por ella.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Todas las Hojas son del Viento

Suspiraba estrellas en la oscuridad,
Iluminando mi destino de ilusión;
Desangraba agonías en la soledad,
Cavilando mi infortunio de colofón;
Destilaba diatribas en la impunidad,
Hilvanando mi trastorno de enajenación;
Recitaba romanzas en la sobriedad,
Exaltando mi abandono de devoción;
Imaginaba mareas en la apacibilidad,
Perturbando mi momento de reflexión;
Esbozaba miradas en la ingenuidad,
Precipitando mi sollozo de decepción;
Estructuraba palabras en la banalidad,
Criticando mi absurdo de corazón;
Elogiaba musas en la intimidad,
Maquinando sentimientos de pasión;
Edificaba estelas en la antigüedad,
Diseñando espejismos de sumisión;
Revelaba fantasías en la realidad,
Soñando estereotipos de narración;
Redactaba palabras en la tempestad,
Expresando mi concepto de liberación.

Meg & Dia - Black Wedding

jueves, 10 de septiembre de 2009

Ciclos

Revolvíamos la realidad con síntomas de soledad y añoranza,
Hurgábamos en el café de la mañana, un vaho de cordura y sanidad,
Iluminábamos el recinto de nuestros amores mágicos con un haz de luz inconmensurable,
Dejábamos que la locura coordinara la danza de las sombras en la espontaneidad de la noche.

Y así, por nuestras venas recorrían ríos turbios de sal y arena,
Sangre púrpura mezclada con mares de luz y esperanza,
Que alimenta corazones e impregna nuestras almas áridas.

Dos almas, envueltas en un halo de misterio y romanticismo,
Divulgábamos secretos gemidos en susurros, la luna era nuestro testigo,
Reconocíamos palabras en acertijos y descifrábamos jeroglíficos en oraciones,
Nos mostrábamos a nuestros respectivos mundos, tal y como éramos.

Y así, detuvimos el tiempo entre tormentas y sequías,
Torrenciales llamaradas de pasión en el horizonte de la alcoba,
Que nutrían la esperanza en un mar de mundos desencadenados.

Desgarrábamos la indiferencia general con la ironía del amor,
Particularizábamos la esencia de la mezcla de los sexos,
Placeres ignorados, ideales vitalicios, remembranzas de sustancias extraviadas,
Permitimos abandonarnos en el encuentro de los sentidos.

Y así, reencontramos lo que habíamos sentido extraviado,
Una historia sobrescrita, una sustancia absoluta e infinita,
Que sembraba un momento en el instante de una situación perfecta.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Arde el Corazón su Mutación

Rodeado por miradas,
Algo difuminadas,
Y admito los colores de su interior,
Sufre mi figura una transformación

El Cuadro II (Héroes del Silencio)



Me detuve unos instantes, para darle cuerda a mi vida. ¿Cómo avanzaba el reloj con las manecillas dislocadas? Mi mente escurría ideas a cuenta gotas, mezcladas con sudor y estresadas con el viento; el aire se enturbió, una pantalla espesa cegaba mi fortuna. En el firmamento, las señales se confundían y, enviaban a los marineros hacía infinitas direcciones, yo era aquél, el más perdido de todos en este vasto océano que es la vida. El infinito es el límite y, en el transcurso del tiempo y el espacio, millones de estrellas circularán a nuestro paso.

Con el cuerpo estacionario y la imaginación circulante, respiré profundamente, llenando de aire mis sueños y retomando el empedrado y sinuoso camino que aún tenía por delante de mis ojos y mi nariz. Mis lentes enfocaron el vasto espacio que se dibujaba hacia el horizonte. Un estado de ánimo de creciente excitación o, ¿Será acaso emoción? Envuelto en la incertidumbre de mi futuro y, encandilado por un sueño etéreo, vislumbre en lo profundo de mi alma, una pauta que marcaba el ritmo acelerado de mi corazón. Aquél viejo lobo de mar, renació de sus fragmentos. Al cabo que, una sola vez se rompe el corazón, los demás tan sólo son rasguños. Absorto ante la contemplación de explosiones estelares, y el jaripeo que se celebraba en mi interior, me dí cuenta que, uno no es el nombre, uno mismo es la esencia que envuelve lo que toca, lo que dice y lo que piensa. El remitente se pierde en el fuego y el destinatario es nuestro verdugo.

Me sumergí en aquél inmenso océano, abrí los ojos en su interior, en mis oídos taladraban los potentes latidos del órgano redentor. Vislumbré imágenes difusas y complicadas enredadas en mis pensamientos, desenmarañé unas cuantas falsedades, me abstraje en los colores que envolvían mi ser. El aura que emanaba la masa boreal en la cual se transformaba mi organismo, disipaba en el ambiente palabras nítidas de sensibilidad difusa. Iba y venía en un ardid filosófico, cuasi ermitaño, que condensaba el vaho que emanaba de mis últimas tertulias entre mi cerebro oscilador, mi corazón resucitado y mi alma conciliadora.


*Imágen de José Quintero