Nouveau Départ

En un santiamén, un destello en la oscuridad. Se dibuja una silueta en el iris de sus ojos, traducción de las vibraciones electromagnéticas de la luz lunar, una sonrisa se plasma en la sombra proyectada en su pupila. Es inevitable la desaparición de cualquier idea, cualquier pensamiento sucumbe ante el fervor que rodea el encuentro. Magnificando la sensación de aislamiento, no existe mundo fuera de su mundo ¡adiós sociedad! El magnetismo de su atracción los conduce, ineludible colisión, en sentidos opuestos a su separación. Un respiro, un suspiro, el suave aroma de su cuello asciende hacia su exhalación; psicotrópico néctar, a punto de ser aspirado, desatando el delirio, éxtasis a un paso de distancia, a un beso de su ignición. Unos labios rozan suavemente los hombros desnudos que se encuentran revelados, señuelo intencionado, víctima con antifaz de victimaria, erizando la piel hasta convertirla en velo de organza. Los cuerpos brillan en la oscuridad, los brazos entrelazados, ¡adiós serenidad! Amalgama de sentimientos, la temperatura eleva su potencial, unos dedos reptan la espalda desnuda impregnada de cristalino sudor, amalgama de sensaciones, implosión de sentidos en un marco de ofuscación. Un beso, un grito ahogado en el embelesamiento del acto en sí, el roce perfecto que debilita el cuerpo y revitaliza el instinto. Espasmos esporádicos. Revolución entre las almas y los cuerpos. Arremetidas de sucesos, coreografías sin ensayar, lienzo impregnado por el barniz de la pasión, enmarcado por dos cuerpos que se lían en la inmensidad de un universo que se niega a sucumbir por el destello de un rayo de sol en el horizonte.