Se enjugó el sueño de sus ojos, como si tuviese arena incrustada en ellos. Al probar un nuevo sorbo de su taza blanca, comprobó que estuvo sumido en el letargo por un largo rato, su café estaba helado, su cigarro consumido por completo encima de los añicos del papel impreso con letras banales. Pidió una nueva taza a su mesera, ésta le lanzó una fría mirada por encima de una sonrisa menos calida que ésta. De repente, penetró en él una brisa helada que le caló cada uno de sus huesos, el relente del ocaso comenzaba a infiltrarse en el establecimiento. Encendió un nuevo cigarrillo mientras le servían una nueva taza, perdiéndose en la totalidad de la escena que tenía delante de él, evaporando todo en ella, desapareció de sí. Apareció en otro lugar, en otro momento, en un nuevo instante que no era de él, pero ahí estaba él. En medio de una nueva desolación, se sentó encima de un témpano y se limitó a observar aquél espejismo blanco que lo rodeaba. Se enfocó en aquél viejo pingüino que avanzaba sutilmente en dirección a él, su andar era cuasi cómico, cuasi delirante, hasta que se sumió en los detalles, su mirada fija, su graznido intermitente, su piel dura y lubricada por litros de aceite animal, y su semblante le sugería que era momento de dejar de llorar, lo asimiló al momento que sintió un revés de su aleta en su rostro, aquél ser lo empujaba a asimilar aquella hombría deteriorada en cada lágrima depositada en sus mejillas laceradas. Se puso de pie, y se encaminó al risco de hielo que se alzaba en aquél peñasco, pensando en lo acontecido se imaginó a sí mismo como aquél jovial delfín, que podía ir y venir del frío al calor, de lo amargo a lo dulce, de lo blanco a lo negro sin inmutarse, quería ser así, adaptable. Aquella fauna ártica que descubrió en su interior gélido; la foca suministrándole una porción de poder y energía y otro poco de sensibilidad a sus circunstancias actuales, su alma se desvanecía pero su cuerpo reforzaba su vida; la locura hizo su aparición, su comportamiento extravagante irradiaba en aquél desamparado entorno, la morsa le hablo por debajo de sus enormes colmillos, recordó a Lennon, se arqueó por una súbita carcajada que lo reanimó; se sintió apto para comenzar a calentar su corazón de nuevo, un oso polar lo alentaba, le daba coraje, lo alimentaba en su seno y lo amedrentaba en su furia. Salió corriendo sin mirar atrás, su cabeza era un zoológico de caracteres, resbaló encima del hielo quebradizo y se hundió en una mar de guiños punzo cortantes que se adentraban en su organismo…abrió los ojos y se descubrió llorando.
Temblando por la heladez que lo abrasaba en aquél rincón, absorbió grandes tragos de su caliente brebaje, esta vez no consideró las dos tabletas de azúcar y bebió la amargura que partía de él. Aspiró nuevas dosis de nicotina y se dejó llevar por la música en sus oídos.
Temblando por la heladez que lo abrasaba en aquél rincón, absorbió grandes tragos de su caliente brebaje, esta vez no consideró las dos tabletas de azúcar y bebió la amargura que partía de él. Aspiró nuevas dosis de nicotina y se dejó llevar por la música en sus oídos.
Experts, experts choking smokers,
Don't you think the joker laughs at you?
See how they smile like pigs in a sty,
See how they snied.
I'm crying.
2 comentarios:
Muy buenos los 4 para mi gusto!
que sigue?
siii deberas muy bueno diria un poco melancolico pero igual me asusta al hayarme identificada con tus historias.las 4 partes estubieron muy buenas muy esquisitas, i like the fact that it had a mix of meloncholi, darkness and bitterness. bueno en fin que como escritor siempre te tengo que rindir mis respetos no creo poder hacer lo que tis haces con estas linias deberas lo tuyo es arte mi estimado metropolis.
saludos y mucho respeto rose
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