viernes, 4 de junio de 2010

El Arte de Saber Morir de Fé

Debería suplicar por más tiempo, un instante más...un destello que se confunda con el humo de lo cotidiano y mundano. El cristal que encierra el libertinaje recorrido por el tiempo, granular e irreverente, se confunde en el horizonte de una vida llena de sorpresas e incógnitas. Claridad que envuelve la coraza de mi frágil cuerpo, mientras desarrollo un mecanismo de durabilidad.

...Y perder el control, conllevará a conocer mi interior...
...Y comprimir el dolor, socavará el hastío de mi exterior...
...Y navegaré a través del mar de las sensaciones, para hundirme en un recuerdo...
...Y naufragaré en la inmensidad de mis pasiones para acabar con mi frenesí...

Le pedí a la muerte, un minuto de su tiempo, que hurgara entre sus harapos, un destello de bondad; en su cráneo se reflejaba un rasgo de dictadura: "Es tan fría la muerte, como etérea la vida", pensé.

Insistí, quería ganarme su respeto, y al respecto me ignoró. Mi corazón se estremeció, al instante mismo que mi nombre pronunció. Su aliento fétido y falto de vida, mi consciencia transtornó: "Es tan sumisa la vida, que la muerte es paciente", divagué.


Atrapado en un latido que se extingue, prisionero en un espacio onírico, tan sublime como extraño.

2 comentarios:

Gabriel Cruz dijo...

Wow juan carlos, que buen texto, espero poder encarar a la muerte de esta forma cuando me llegue.

Valeska dijo...

Tampoco veo aqui la respuesta