Caminaron los mismos pasos, sin pasar por las mismas huellas. Ninguno sabía hacia dónde se dirigían sus pies, pero sabían que sus pisadas eran seguras.
Paso a paso, se internaron en el bosque, a solas y en direcciones opuestas. Simultáneamente, los pasos se transformaron en zancadas, indirectamente sabían que el crucero estaba cercano, que el camino dejaría de ser en un sentido y se cruzaría más adelante; cuatro caminos multiplicados por dos sentidos, ocho opciones para ir y regresar, de frente o de regreso, izquierda o derecha, derecha e izquierda; el estruendo de sus pasos, haciendo eco en las profundidades de la oscuridad, y el zigzagueo de sus pies sobre el bravo césped, despeinando la maleza durante cada movimiento de sus pasos, revolviendo sus huellas entre el fango.
Caminaron los mismos pasos, sin saber hacía dónde se dirigían sus pies. Estaban conscientes que sus pisadas eran seguras, pero nunca pisaron huellas mutuas.
La espesura del verde y oscuro follaje, que, ensordecedor revoloteaba por encima de sus cabezas, se fue haciéndose menos cerrado, la luz del sol los cegó; el llano en llamas por debajo de sus pasos, en medio de sus pies, sobre sus huellas calcinadas, y avanzando en dirección hacia sí mismos; el destino es una suerte de crucero, hacía atrás y a la izquierda: el infierno, hacía adelante y a la derecha: el paraíso; el olvido y el fracaso se cruzan en silencio, borran huellas y se pierden los pasos; el recuerdo y el éxito se alejan en medio del bullicio, trazan rutas con sentido y se enaltecen los pasos del pasado sobre las pisadas del futuro.
Sobres sus propias huellas, conscientes de la seguridad en sus pisadas. Caminaron los mismos pasos, sin saber hacia dónde se dirigían sus propios pies.
El camino de frente, a sus costados, sus miradas analizando y sus corazones vibrando. Imperceptibles entre sí, a la lejanía, cada uno seguro en su lado del sendero; los tacones desgastados, la mirada perdida, llena de esperanza; las suelas de sus zapatos polvoreados, la sonrisa reluciente, llena de expectativa. Comenzaron con el pie derecho, titubearon al poner en marcha el izquierdo, las huellas fueron borradas por un remolino de polvo y recuerdos; ahí estaban, cada uno en dirección de cada una de las decisiones que los habían llevado hacia ese sendero, en ese momento, en ese preciso instante. Se dirigieron cada uno a sus diferentes caminos, las zapatillas a su derecha, los zapatos a su izquierda, el olvido se mezcló con los recuerdos, y el fracaso se perdió ante el éxito…el infierno sucumbió ante el paraíso, pero se impuso el deseo: purgatorio de almas que retozan sobre la tierra que alguna vez fue agua.
Estaban conscientes de que sus pisadas eran seguras, y caminaron los mismos pasos, las huellas se mezclaron y sus pies decidieron hacía dónde habrían de dirigirse.
Paso a paso, se internaron en el bosque, a solas y en direcciones opuestas. Simultáneamente, los pasos se transformaron en zancadas, indirectamente sabían que el crucero estaba cercano, que el camino dejaría de ser en un sentido y se cruzaría más adelante; cuatro caminos multiplicados por dos sentidos, ocho opciones para ir y regresar, de frente o de regreso, izquierda o derecha, derecha e izquierda; el estruendo de sus pasos, haciendo eco en las profundidades de la oscuridad, y el zigzagueo de sus pies sobre el bravo césped, despeinando la maleza durante cada movimiento de sus pasos, revolviendo sus huellas entre el fango.
Caminaron los mismos pasos, sin saber hacía dónde se dirigían sus pies. Estaban conscientes que sus pisadas eran seguras, pero nunca pisaron huellas mutuas.
La espesura del verde y oscuro follaje, que, ensordecedor revoloteaba por encima de sus cabezas, se fue haciéndose menos cerrado, la luz del sol los cegó; el llano en llamas por debajo de sus pasos, en medio de sus pies, sobre sus huellas calcinadas, y avanzando en dirección hacia sí mismos; el destino es una suerte de crucero, hacía atrás y a la izquierda: el infierno, hacía adelante y a la derecha: el paraíso; el olvido y el fracaso se cruzan en silencio, borran huellas y se pierden los pasos; el recuerdo y el éxito se alejan en medio del bullicio, trazan rutas con sentido y se enaltecen los pasos del pasado sobre las pisadas del futuro.
Sobres sus propias huellas, conscientes de la seguridad en sus pisadas. Caminaron los mismos pasos, sin saber hacia dónde se dirigían sus propios pies.
El camino de frente, a sus costados, sus miradas analizando y sus corazones vibrando. Imperceptibles entre sí, a la lejanía, cada uno seguro en su lado del sendero; los tacones desgastados, la mirada perdida, llena de esperanza; las suelas de sus zapatos polvoreados, la sonrisa reluciente, llena de expectativa. Comenzaron con el pie derecho, titubearon al poner en marcha el izquierdo, las huellas fueron borradas por un remolino de polvo y recuerdos; ahí estaban, cada uno en dirección de cada una de las decisiones que los habían llevado hacia ese sendero, en ese momento, en ese preciso instante. Se dirigieron cada uno a sus diferentes caminos, las zapatillas a su derecha, los zapatos a su izquierda, el olvido se mezcló con los recuerdos, y el fracaso se perdió ante el éxito…el infierno sucumbió ante el paraíso, pero se impuso el deseo: purgatorio de almas que retozan sobre la tierra que alguna vez fue agua.
Estaban conscientes de que sus pisadas eran seguras, y caminaron los mismos pasos, las huellas se mezclaron y sus pies decidieron hacía dónde habrían de dirigirse.
1 comentario:
nunca sabemos lo que nos depara, a donde nos llevará el destino, con quien nos encontraremos... espero a mi me tenga algo sorprendente preparado
Publicar un comentario