Feelin' Watanabe

A veces me siento como el portero de un museo,
Un museo vacío, desierto,
Que ya nadie visita,
Y yo lo custodio exclusivamente para mí.

Haruki Murakami “Tokio Blues: Norwegian Wood”

Una canción, originalmente es el resultado de las vivencias o puntos de vista de una persona, al darse a conocer resulta el reflejo de muchas otras personas ajenas al autor de la misma, ante esto, Norwegian Wood, una canción de los Beatles, se convierte en el título de una novela, se convierte en el parteaguas del fluir de los recuerdos de un no muy joven Watanabe, de su primer amor, de su vida, de su mundo y de su amor eterno…una historia contada en primera persona, dicha melodía transporta al protagonista a un campo sin personas, a un campo sin historia, y poco a poco lo transporta a una promesa, Nunca me olvides, un joven como muchos otros, en una época en que la revolución sexual y la apertura social estaba en pañales, pero ya se movía alrededor del mundo…un joven cerrado, aislado, cuyo circulo de amigos era muy reducido, y cuya visión del mundo se agudiza al entrar a su vigésimo año de vida se acentúa con el fallecimiento de su más cercano compañero, con el reencuentro de la novia de éste, con el descubrimiento de sus sentimientos callados, con la explosión mental de ésta, con la presión de la juventud desenfrenada, sexo a diestra y siniestra, el amor sin mezclar amor, el recibimiento de la madurez temprana, el encuentro con un nuevo amor, la prueba de fuego de su amor primaveral ante ese amor veraniego siempre caliente, siempre presente, el vacío existencial de los jóvenes, la búsqueda de respuestas a preguntas sin sentido, la inútil espera del amor prohibido, el vacío de la muerte cercana, la independencia y el rechazo a la niñez olvidada, los suicidios innecesarios pero necesarios, los mejores consejos no provienen de la gente cuerda, el mejor sexo de tu vida puede ser el detonante de una fuerte depresión, el saber renunciar a tiempo a un amor que no es posible porque no te pertenece y recibir con los brazos abiertos las nuevas oportunidades que te da la vida de ser feliz aunque tu felicidad sea la tortura de los que se quedaron atrás, el nunca renunciar al pasado, el nunca olvidar el primer amor, el nunca entender lo que las voces de tu conciencia te gritan al oído, el decidir acabar con tu vida y con la de los demás, los 51 cerillos en el piso, el funeral alegre, el mundo mágico de los dementes, el mundo opaco de los paranoicos, el mundo rosa del amor verdadero, el hueco oscuro y profundo en el que caes, la nobleza del brazo que te saca…tantas reacciones produce una canción, tantos recuerdos se esconden detrás de una canción…tanto dolor se esconde en tu corazón por no saber hablar…tanta felicidad puedes encontrar con sólo hacer una llamada…reír, llorar, herir, amar…hablar, la única cualidad humana, pensar, la única responsabilidad humana…escuchar tu corazón por medio de una canción.

“El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido, ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor, esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido, no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improvisto”