viernes, 21 de enero de 2011

Aceite de Rosas

Eres el fruto de una rosa amarga,
Cuyo perfume, sin cautivar, embriaga,
Tus pétalos como espinas, en mi alma la daga,
En mi corazón, la desintoxicación, la imperfecta droga.

En tus pétalos, mi dolor, se deslizó una lágrima,
Coartadas que dejaban la razón, la vida y su sátira,
Cae, sinvergüenza, de tu flor, tu polen y su rabia,
Herederos de un error, el jardín y el fruto de la ignorancia.

¿A dónde llevas, ilusión, ese sueño incompleto?
Llévalo directo al corazón, ve y nárrale un cuento,
Cuéntale que a lo mejor, cambie de hada, su lamento,
Que de la rosa no será nunca jamás, parte de nuestro encuentro.

El verano terminó, y con él murió el color de tus pétalos,
Murió también, el sueño de Peter Pan, y mis estados alterados,
El otoño convirtió el dolor de tus espinas, en sueños e intervalos,
Intervalos de locura y felicidad, cada uno de mis sueños truncados.

Eres como el aceite de ricino, que purga todo mi intestino,
Dragas profundamente mis sentimientos, sin retorno al camino,
Ya ni tus raíces se afianzan a mi cuerpo, y mi semilla no germinó,
Es el fruto que nunca dará una flor, ya no hay rosas en mi destino.

¿Quién le dio permiso a tus espinas, ponzoñosas decadentes,
De lacerar cruelmente mis suspiros? Tus espinas parecían dientes,
¿Cómo fue que se transformaron tus pétalos en aceite?
¿Cómo no? Si todo lo que tocas, se transforma en muerte.

jueves, 20 de enero de 2011

Ausente

Liberemos a la pluma
para que tenga vida propia y sea
un ser independiente a nosotros
transformémonos en médiums
de otros pensamientos e imágenes.

Médiums - Carlos Ann
(del poemario Líneas Perdidas)




Necesito de un velero, para poder cruzar la brecha que nos separa y que, día con día, se ensancha un poco más que el anterior. De frente al horizonte y con la brisa del mar en el rostro, el eco de tu voz se aleja, el oleaje también juega su juego, y se siente cada vez más lejano. Ausente.

De espaldas a las huellas, depositadas en la bajamar, aquellas que insísten en alejarte de mí, me abstengo de voltear, me niego a revivir. Recordarte sin olvidarte. La gravedad de tus pisadas, tan atrayente y a su vez tan distrayente, aumenta el peso de la melancolía que cierne tu recuerdo al mar en donde deposito el llanto. Ausente.

El ondulante viento que impulsa mi velero, desborda mis pensamientos en zumbidos agonizantes que interrumpe las cavilaciones depositadas en el manto estelar. Todo es irrelevante cuando el dolor se estanca en la bahía. Un velero llamado Dolor. Ausente.