martes, 10 de marzo de 2009

1era Parte: Bosque

De repente, cerró los ojos y, tras una leve bocanada de su cigarrillo, se sumergió en el sabor que emanaba de su taza de porcelana azul, el café lo transportó de inmediato hacía el bosque. Se llenó de vida, como si las penas que le agobiaban momentos antes de entrar a la cafetería se esfumaran como el humo de su cigarrillo y el vapor de su café. Sintió el olor de la vida silvestre y despreocupada, se despojó de sus prendas y dio inicio a su andar, su cuerpo se adaptaba con facilidad a la senda no trazada entre árboles y hierbas, como si conociera el camino a seguir. Los sonidos eran magníficos, inundaban sus oídos como si fuese parte de una gala por sus exequias. Reconocía el aullido del lobo que asemejaba su astucia perdida, el siseo de la serpiente semejaba su carácter débil ante las circunstancias difíciles de su vida, el chillido del mono que lo transportó a sus debilidades y vicios terrenales, la himpla del puma le recordó la soledad de su alma y la adaptabilidad de su espíritu ante sus pesares; el gorjeo, el graznido y el trinar de distintas aves le demostraron que su lugar no era en lo material sino en lo etéreo del espacio y lo inocuo del tiempo. El aroma del bosque se mezcló con la esencia de los granos que emanaba de su porcelana…en ese instante, abrió los ojos.

Se sintió desorientado, mil ideas pasaron por su cabeza, asimiló con dificultad las imágenes que le cruzaban por los ojos y la mescolanza producida por las alegorías reproducidas en su cabeza. Notó que su taza estaba vacía y ordenó otra taza de café, y encendió un nuevo cigarrillo y le puso play a su reproductor de música personal.

2 comentarios:

Valeska dijo...

Yo quiero de esos cigarros y de ese cafe!

Dendrita dijo...

Me imaginé los sonidos. Qué bien estar ahi!
Saludos.